Mirar con sus ojos

“Un día te despiertas y ves que a tu alrededor todo ha cambiado, sientes un escalofrío por todo el cuerpo, y te das cuenta que tu vida anterior se ha esfumado por completo, tu percepción de la vida, de tus proyectos, de tus objetivos han dejado paso a una nueva forma de mirar, ya no volverás a ver las cosas con tus ojos sino con los de él”

 

                                    Así describo el momento en el que me confirmaron que nuestro explorador tenía altas capacidades.

                                    Esta es nuestra historia, la contamos con la ilusión de llegar a todas aquellas familias que se encuentran en la situación por la que nosotros hemos pasado, para aquellas familias que empiezan ahora esta andadura, y que sientan que no están solas.

 

 

                                    Sergio siempre ha sido un niño muy especial, me supongo que como todos los niños, pero desde el día que nació nos rompió todos los esquemas. Yo tenía una percepción, incluso de su físico totalmente diferente,  me había imaginado un niño con el pelo negro y unos grandes ojos oscuros, y cuando me acercaron su carita tras la cesárea, vi a un pequeño ángel que no tenía nada que ver con aquella foto que yo había imaginado, era rubio, con unos grandes ojos azules, y tengo que deciros que debido a su peso, parecía ya un bebe de meses más que un recién nacido, ese fue en el momento en el que nos dimos cuenta que Sergio no iba a ser como el resto de niños, y así fue, todos los libros, revistas enciclopedias, y mi propia experiencia como hermana mayor de tres, no habían servido para nada, porque con nuestro explorador nos esperaba algo totalmente diferente.  Toda su etapa de bebe e infantil, fue maravillosa, era un niño feliz, inquieto, curioso, explorador, preguntón, conteston, incansable, pero sobre todo era un niño totalmente libre de expresión.

Puedo dedicar hojas y hojas para hablaros de esta etapa, pero creo que es más importante avanzar justo cuando las cosas empezaron a cambiar y a ir mal…

Aún recuerdo el primer día de cole, tenía sólo 2 añitos, los tres los hacía en octubre, esa ilusión de comenzar algo nuevo, la tenía ahí latente en su cara… empezaba un nuevo mundo para él. Así debía sentirse cuando empezó primaria, pero sólo dos días después de empezar ya empezamos con la pesadilla que hasta cuatro años después no supe desenredar.

Su cabecita creativa se bloqueó, no entendía porque todo lo que él había aprendido hasta entonces sobre conductas, respeto, cariño tenía que cambiar, y ya no sólo con los niños sino con sus profesores, a partir de entonces su carácter empezó hacerse cada vez más pequeño, ya no salía su preciosa sonrisa, sino su pequeño estrés interior que le brotaba porque no entendía que estaba pasando a su alrededor, se le pusieron muchas etiquetas a su comportamiento tanto por parte de la escuela como en el entorno familiar, y yo como madre no supe en su momento estar a la altura y me deje llevar, quizás tenían razón, y le había dejado volar demasiado libre en su imaginación, creatividad y libertad, y me uní a todos aquellos que seguían apagando la llama de nuestro explorador… Así fue como nuestro explorador se transformó en un niño apagado, triste y estresado que no se parecía en nada aquel niño que se vestía con su gorra bajo los árboles recogiendo bichos…

 

                                                        Según avanzaban los cursos de primaria todo iba de mal en peor, él cada vez estaba menos motivado por aprender, por explorar, por investigar y lo que es peor cada vez se comunicaba menos con nosotros, y sólo replicaba y contestaba todo lo que nosotros en ese momento considerábamos importante.

En este tiempo yo trabajaba por cuenta ajena y disponía de poco tempo para escuchar esa vocecilla interior que me llamaba a gritos y sólo veía lo que el entorno me transmitía. Pero en mi interior sabía que ese no era mi hijo, y en realidad no era capaz de entender en qué momento yo había desconectado, había dejado de escucharlo.

Un día, en una de las muchas discusiones con él, sobre todo con temas relacionados con la escuela, pude ver un brillo especial en sus ojos, y profundice hacia dentro, en ese momento los dos nos echamos a llorar, y por primera vez en mucho tiempo deje de escuchar todos esos murmullos zumbidos y ruido que había alrededor y empecé a oír esa vocecilla que pedía ayuda.

No puedo describiros muy bien cómo me sentí en ese momento, puedo deciros que he tocado fondo en varias ocasiones, con familia, trabajo, amistades, proyectos pero esa vez fue un mazazo enorme, le había fallado a lo más importante, al que realmente necesitaba que su madre estuviera ahí.

Así comenzó esta andadura que ahora cumple 2 años y que aún continúa, aún hay mucho que reparar, y recuperar, nosotros volvimos a nacer en el momento en el que nos volvimos a mirar a los ojos de verdad y volvimos a conectar y hemos tenido que desaprender muchas cosas, para volver a conocernos.

Todo esto no podía hacerlo sola, necesitaba ayuda, y además ayuda del exterior. Esta vez quería hacerlo bien así que confíe en mi instinto y busque la mejor formación, por supuesto deje de trabajar y le dedique todo mi tiempo a esta nueva andadura.

Las altas capacidades no se detectaron entonces, yo empecé a oír hablar de ellas, y sí que es verdad que empezaron a encajar muchas cosas, pero yo no estaba en eso, estaba en aprender cómo podía volver a conectar con él, comunicarme, expresarme, escucharle…

Así tomamos la decisión de que era el momento de cambiar, apartar todas aquellas personas que en vez de sumar restaban a nuestro hijo y decidimos buscar un cambio de colegio.

Este periplo no fue fácil, el niño ya se encontraba mejor emocionalmente, pero nos asaltaban muchas dudas como es normal, y decidimos volver a pedir ayuda en este caso de un profesional , necesitábamos saber que era lo mejor para él, y volví a confiar en mi instinto.

“Aún recuerdo cuando salió de la consulta y con una amplia sonrisa, tanto él como Laura nos dijo que era la mejor opción puesto que él llevaba razón desde el principio, de que aquello que había sucedido antes no era normal y que su capacidad de entender las cosas había puesto su protección ante todo y le había hecho cambiar su carácter para adaptarse, se había convertido en un camaleón y había dejado de ser único para convertirse en aquello que los demás esperaban, pero que debido a sus características no era capaz de hacer. Ahí Laura me explico que quizás era bueno hacerle unas pruebas”

                                                 En ese momento mi pareja y yo sentimos un tremendo alivio, no sé cómo explicaros, nos quitaron de golpe un tremendo peso que nos habían ido depositando todas aquellas personas que habían ido pasando por la vida de nuestro hijo dejándonos falsos mensajes que no entendíamos pero que tampoco borrábamos y seguíamos metiendo en nuestra particular mochila.

Todo en mi cabeza cambio, el rompecabezas se volvió a armar, y todo volvió a coger sentido, no ha sido fácil, no está siendo fácil, en este tiempo, he hecho un máster, un curso, he asistido a varias charlas, estoy en la asociación de altas capacidades de Cantabria porque necesitaba saber cuál era ahora el camino a seguir.

Os he dicho al principio que volvimos a nacer, todo ha cambiado en casa, ya no sólo miramos la superficie, ahora vamos más allá y miramos a través de sus ojos, eso nos ayuda a entenderle mejor, y por supuesto a acompañarle en este camino que hemos comenzado de nuevo juntos para que pueda conocerse y por supuesto sacar todo su potencial emocional y personal y que sea un adulto totalmente consciente, de que es y siempre será alguien especial.

 

Sí, mi hijo es diferente, es especial, tiene altas capacidades, y de lo que más orgullosa estoy, es que pese a que estuvo más de tres años condicionado a adaptarse y camuflarse, para no desentonar, pudo más su gran empatía, y su razón de justicia y honestidad. No dejo que nadie terminase de apagar su llama, y así hemos conseguido poder avivarla y ahora vuelve a ser nuestro gran explorador.

 

 

Te queremos Sergio, por ser quien eres y por ser como eres